miércoles, 17 de septiembre de 2008

Patti Smith, una musa underground


Me gusta la música y actitud de Patti Smith. Además, le tengo respeto. No son un par de factores lanzados al aire y ya. No. Tienen su sustento. Tanto mi gusto como el respeto hacia ella y su música son algo que no pocas veces cuesta trabajo aprehender. De facto, ni siquiera sé si conseguiré estar más cerca de ese objetivo con estas líneas.

A Patti Smith le gustan determinados momentos y lugares; los cielos tormentosos, los paisajes desolados, los cementerios y los objetos que considera personales e intransferibles. Pero así como existe el gusto por las atmósferas personales, también puede haber un par de conceptos adicionales: amor y respeto. Ese respeto y amor por los desaparecidos lo explica Patti citando a Pasolini: "No es que los muertos no hablen, es que nosotros hemos perdido la costumbre de escucharlos".

Veamos pues, hablar de Patti Smith es hacer referencia de un espíritu y de una actitud netamente punk y poeta. Lo mismo que de una artista moderna. Ella es un claro ejemplo de que la poseía puede ser poesía sin que desentone por su ferocidad nata. Patti Smith es la esencia de la contracultura. Para los días que corren, en estos tiempos neomilenarios, no parece ser poca cosa. Engañando con su imagen andrógina Patti Smith se detenta como una hippie que levanta la irracionalidad como ideal per se.

Patti Smith disfruta de la dualidad nata de su ser en el escenario: lo mismo es sutil y delicada que enérgica y provocadora de un momento a otro. Ella es la representación de que existe un cambio (aún vigente) más allá del de la frecuencia en el televisor. Parecen lejanos los tiempos en los que Smith llegó a la escena neoyorkina proveniente de los antros del sur de New Jersey, donde se inspiraría para ejercer, no sólo de manera lúdica, las letras. Después, habría de conocer a Mapplethorpe, quien terminó descubriendo en ella una iconografía inusual para la época. El resultado: gráficas inolvidables que retratan, de paso, no sólo a ella sino también la época en la que se desarrollaría. Llegaría el momento sumar música y eltras: con Lenny Kaye. Llegaría, entonces, el momento para CBGB's. Era justo el momento de la efervescencia de una escena transcultural para más de una generación. Era el momento de bandas como Television, Blondie y Talking Heads. Resultante: Patti Smith proyecta su grupo.

Convergencia de punks, poetas, críticos de rock… un coctel de pronóstico reservado. Smith proyecta, igualmente, una imagen andrógina, ruda, con el pelo sin arreglar, para terminar reinventando el icono de la mujer en el rock. Dese entonces, y a la fecha, Patti Smith sigue fiel a sí misma: amplias camisas blancas, chalecos negros, pantalones y botas. De hecho, su aspecto sigue siendo el mismo "homenaje a Rimbaud" de siempre.



Arthur Rimbaud, el guía espiritual de Smith. Música y positivismo místico. Y aunque parecían estar en fuera de lugar… terminaban siendo necesarios, muy necesarios. Smith mantiene firme su convicción: "la gente tiene el poder" de cambiar lo que quiera. Empero, se sabe realista y tampoco peca de exceso de utopía: “La canción política me sigue inspirando, pero tengo claro que no se puede lograr mucho, lo que se necesita es acción. La gente tiene que decir algo, llevar a la realidad la responsabilidad social, manifestarse, protestar, ejercer acciones”.

La contracultura, bien lo dice la propia Smith, todavía puede representar algo más que sólo la forma de vestirse. Si algo faltara, rehúsa los encasillamientos de cualquier tipo: “No me gusta que me califiquen como una punk rocker; quienes lo hacen así son periodistas flojos, no tienen imaginación, curiosidad o inteligencia suficiente para ver lo que he hecho toda mi vida. Mi banda siempre fue independiente; mi trabajo siempre ha estado más allá de niveles o de géneros; me sigo reinventando: soy mujer, madre, tomo fotos, pinto, leo y escucho todo tipo de música”.

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