domingo, 14 de septiembre de 2008

Devolviendo su inmediatez innata al rock: The Jam


The Jam: banda que musicalmente se basaba en una especie de revival terminó inyectando no poca energía a una juventud que, en ese entonces, sentía aolemente hastío en su entorno inmediato. No obstante, hay que reconocerlo, regresaron a la inmediatez innata al rock and roll. Conservaron su matiz bailable. Revitalizaron no pocos sonidos de los años 60… Es decir, cumplieron con creces lo prometido por ellos. Fueron transparentes desde su primera hasta su última producción.

Sin embargo, la forma en que se fueron dando las cosas con esta banda terminó orillándolos a soslayar la siempre rechazada posibilidad de acceder al estrellato en calidad de “súper banda”. Prefirieron cortar su trayectoria antes de que eso sucediera… Es de lamentar que su ejemplo no sea imitado. Desde entonces, es de lamentar, también, que éste ejemplo no se extienda a otras bandas. Que la música de rock caiga en la categoría de bodrio. Reducida a la categoría de aburrimiento.


Tristemente, los principios asumidos como vitales para una juventud ansiosa de liberación, habían caído en lo obsoleto. Los años 60 ya estaban atrás. La nueva década arrancaba con no pocas incertidumbres y, en apariencia, ninguna certeza. Separaciones de grupos que hicieron historia. Nuevas tendencias, no pocas de ellas pasajeras. Sinfonismo que ya no atrapaba como antes. Pocas bandas salvaban la escena. La ¿música? disco se imponía sin que nadie que lo impidiera. A la vista sólo había aburrimiento musical en las formas más sublimes que la juventud de la época pudo haber imaginado.

Algunas de las constantes eran: lujo, excentricidad, extravagancia, grandes mansiones, grandes autos… Motivos más que suficientes como para pensar en desertar de lo que privaba a primera vista: falta de actitud hacia la música que se gestó en forma rebelde y que ahora era incrustada por sus primeros representantes en el status quo. Aburrimiento. Hastío. Falta de oportunidades. Se impone romper con lo establecido. Con los convencionalismos.

Tenía que suceder un cambio radical. Urgía una nueva coyuntura. Finalmente, ocurrió. Se volvió a la inmediatez. Se rompió el convencionalismo de la ropa, de la música, de las actitudes con la vida. Surgen entonces bandas musicales que, literalmente, chocan tanto por su aspecto físico como por su actitud. Paralelamente a los dos primeros factores, no saben tocar sus instrumentos musicales.

Con el escándalo de por medio, una serie de nombres comienzan a surcar los aires de la época: Adverts, Buzzcocks, Cortinas, Sham 69, Generation X, Damned, Sex Pistols, The Clash. Todas esas bandas, inicialmente, tienen equipos más que primitivos, además de que han de ensayar su repertorio en sótanos, garajes… Paradójicamente, con su inyección de vitalidad a la escena de la música rock de esos días, aterran a quienes no se identifican con ellos. Empero, son una alternativa necesaria.

Queda bastante claro: la década de los 70 era, hasta entonces, considerada como un decenio en el que, musicalmente, estaba desligada de la problemática juvenil. Resultaba incontenible, en consecuencia, se gestara una serie de grupos juveniles ávidos de ser líderes. Los líderes que existen en ese momento y contexto ya están establecidos.

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