-Hay que volver a la normalidad- Dice con sospechosa
urgencia el locutor que miro por la televisión.
Y me quedo pensando que más nos valdría lo contrario.
Esos muchachos con los ojos desmesuradamente abiertos
ante la tragedia, también los abrieron a otra realidad más cruel de la que tal
vez no se habían percatado.
Salieron a golpe de movimientos sísmicos de la zona gris
en la que el desencanto, la carencia de oportunidad, la ausencia de ideología
los había confinado, condenándolos a un futuro de "carrera de ratas"
donde la competencia por ganar dinero, prestigio social, búsqueda de
satisfactores creados por la sociedad de consumo (inútiles casi todos) marcaban
su destino.
Están por lo contrario, en las calles, movilizados,
descubriendo en la mirada de los otros, su propia identidad, dando el pellejo
por personas a las que no habían visto nunca y que sin embargo a partir del
sismo, reconocen como pares.
Hay que dejar que los vientos libertarios, el impulso
vital que los puso en el el lugar de los hechos, hinche las velas de ese barco
que nos conduzca hacia el futuro, organizada, inteligentemente.
Nunca volverán a ser los mismos. Esos que fueron.
Sacaron a golpe de escombro, de pico y pala, de
organización, de comidas y aguas compartidas, de puesta en marcha del tránsito,
de abrazos de desconocidos, su credencial de ciudadanos libres. Que no tiene
sellos ni colores de partidos, ni firmas de funcionarios que avalen su nueva
condición.
No vuelvan a ser "normales", por favor.
Muestren con orgullo ese aval que se ganaron a pulso..
Que los que estuvimos antes en otros temblores diferentes
estamos muy orgullosos de ustedes, por si les sirve de algo...
Vimos claramente, en sus ojos, que aquí, lo único que
tembló fue la tierra…
Benito Taibo
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