Sentado al filo de la cama, todo calma, me restablezco.
Retorna,
sí, esa agobiante normalidad.
Mi ventana pide espacio para refrescar el
ambiente.
Así, emociones variopintas
salen de su letargo.
Observando una fugaz mariposa, confirmo la presencia del siempre
Anhelado Otoño.
Sabe, ella, la primavera, que ha de temblar, pues el antes ausente Otoño
ratifica, ya, su presencia…
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