– ¡Que no papá, que no es verdad que me distraiga en
clase! ¡Es que me tiene manía porque es mayor y yo sigo siendo un niño, y le da
rabia porque ya no se acuerda de lo que significa serlo!
Y un silencio abrumador le llenó la boca a papi. Se quedó
callado y me miró con los ojos muy abiertos. Parecía que las palabras se le
habían quedado atravesadas en la garganta como una espina de pescado. Se
pellizcó los vaqueros a la altura de las rodillas y se agachó para quedar a mi
altura. Me tocó la cabeza y dijo:
– ¿Y qué significa ser un niño?
La verdad es que me da pena que ya no se acuerde, porque
además es una cosa muy difícil de explicar y sobre todo si tiene que entenderlo
un mayor…
–Pues papá, no sé cómo decirlo. Es como explicar la música
y por qué suena bonita o no. No sé cómo explicarlo para ti, porque tú lo ves
todo como en el trabajo, con números y comas y palabras raras que yo no
entiendo.
–Puedes contármelo con tus palabras, si quieres. Y yo
haré un esfuerzo por entender.
Me miraba muy fuerte y serio. Y cuando los mayores hacen
eso es porque algo les sorprende o les asusta. Lo sé porque fue la cara que me
puso cuando le dije que había quemado la alfombra del despacho del señor que le
manda en el trabajo. Aunque esta vez no tenía los brazos en jarras. Y menos
mal, porque eso es muy, pero que muy mala señal…
–Explícame lo que es la música.
–A ver, papá… Pues es que la música no se explica. Pero
la entiendes. Porque habla con unas palabras que hacen que no importe si eres
español, inglés o francés. Si es bonita, es bonita. Se te llena la tripa de
algo que te hace cosquillas, y el corazón se te para un momento para oírlo todo
mejor y sin cortes. Y te entran ganas de llorar aunque no entiendas por qué.
Eso es lo que significa ser un niño. Significa que oímos la música y la
sentimos sin que tengáis que explicárnosla, porque sale de nosotros. Ser un
niño significa vivir con la barriga llena de músicas todo el tiempo. Ser un
niño significa que no nos haga falta vivir en un mundo porque somos lo
suficiente como para crearnos uno propio. Ser niño no es cosa de un país, ni
siquiera lo es de ser una persona o un humano o lo que sea. Porque los
cachorros de perro aúllan porque se creen lobos y son más lobos que sus padres.
Y los bebés de caballo corren más y son más nerviosos y rápidos porque "saben" que lo son. Y los mayores os hacéis una herida y cuando os ponéis una tirita,
la tirita no os cura tanto como a nosotros. Porque nuestras tiritas tienen dibujos
y curan más, y nos tienen a nosotros también y eso es lo importante. Nos revolvemos
y nos enfadamos por tener que irnos a dormir porque cuando vosotros dormís para
poder soñar, nosotros ya hemos pasado todo el día soñando… Y es que la música
es eso. Lo único que os queda a los mayores para poder volver a ser niños.
(Artículo de Sofía M. Gascón aparecido en la revista
Melómano Nº 233 Septiembre/Octubre de 2017)
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