Acomplejada por su fealdad, ni siquiera sus constantes
romances y affaires con hitos como Leonard
Cohen o Jim Morrison consiguieron
levantar el ánimo de Janis Joplin, la musa
hippie. Su voz cascada y bluesera llegó a convertirse en el altavoz de la contracultura de los 60, pero su cabeza
nunca superó el título que le fue dado en el instituto por sus compañeros, al
ser elegida como "el chavo más feo del campus". Una crueldad que sembraría las
inseguridades y complejos de una de las mujeres más influyentes de la música para el resto de su vida, frustrando y
envenenando sus relaciones personales hasta convertirlas en una obsesión y su
desesperación.
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