"… experimentar una vez más
este instante trémulo, tenerle,
conocerle y dejarle irse, como un pájaro cautivo que sentimos palpitar
bajo nuestros dedos antes de liberarle en el aire claro.
"¡Ahora, sí! ¡Oh, dios
mío!"
le oí exclamar al segundo de su vuelo."
(John McGahem)
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