lunes, 13 de octubre de 2008

Vaso de bourbon

"Después de hacer el amor, me invitas un bourbon. Observo la botella: es de los caros. Te pregunto que cómo puedes permitirte tal lujo, tú respondes que es el regalo de un amigo. Hay algo que quiero tratar contigo y creo que es un buen momento.

"Te recuestas a mi lado y me lees un poema tuyo. Es precioso: no hace falta que te lo diga porque ya lo sabes, ya sabes que tienes un talento extraordinario y que todo lo que sale de tus maravillosas manos me encanta; sin embargo, sigo preocupado por esa cuestión del puesto que te ofrecieron recientemente y lo menciono; el tema te incomoda y desvías la conversación hacía la literatura.

"Vuelvo a insistir: tu buen humor desaparece, te encabronas, me gritas que tú has nacido para ser la mejor de los poetas y que sería un desprestigio aceptar tal trabajo. Suspiro, doy un trago a mi vaso de alcohol.

"No hay reproches de mi parte: me limito a levantarme de la cama y vestirme. Tú sigues con tus argumentos de principios, pero yo ignoro tu orgullo estúpido. Me despido de ti: mis ojos se clavan en los tuyos, llorosos, llenos de rabia. Al cerrar la puerta de la casa me juro no regresar a tus brazos… pero mi corazón desea que bajes de tu torre de marfil, que tus píes caminen sobre el terreno de una realidad a la que no le importa el hermoso pero inútil arte de los versos. A nadie le interesa lo que tú sientas. A nadie. Ni a mí tampoco."

(De: "Cuentecitos")

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