Ella no estaba todavía restablecida, por lo que habían
decidido que lo mejor era que siguiera sus cuidados en el propio estudio. Así
lo cuenta Geoff Emerick en su libro El sonido de los Beatles. Memorias de su
ingeniero de grabación: "Boquiabiertos, todos contemplamos cómo entraban la
cama en el estudio y la depositaban cuidadosamente junto a las escaleras,
frente al rincón de té y las tostadas. Aparecieron otros hombres con batas
marrones con sábanas y almohadas y procedieron a hacer gravemente la cama.
Entonces, sin decir palabra, Yoko se metió en ella y se tapó meticulosamente
con las sábanas".
Encima de todo, Lennon pidió que le instalaran un
micrófono para poder oírla por los auriculares. Ante esto, no resta más que imaginar las caras de Paul y los restantes Beatles...
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