miércoles, 15 de noviembre de 2017

El mundo en visión de un Stone...

A principios de los años 60, Harold MacMillan solía decir: “Nunca se ha vivido mejor”. No estoy seguro de que eso fuese así, pero lo que es cierto es que antes uno vivía rodeado de los escombros de la guerra. Londres tenía enormes edificios, pero doblabas la esquina y te encontrabas con una hectárea sin urbanizar, y las calles estaban llenas de excrementos de caballos porque apenas había coches. Son cosas que extraño de Londres: caca de caballo y humo de carbón, mezclados con un poco de diésel aquí y allá. Una mezcla terrible. Probablemente eso es lo que me llevó a las drogas. Crecí en un mundo donde el racionamiento era el pan de cada día. Recuerdo que en el colegio nos daban una botella de jugo de naranjas una vez al mes, y los profesores nos decían: “No se olviden de su vitamina C”. Había muchos chavos con raquitismo. Apenas había caramelos. Pero de repente, un buen día, se abrieron las puertas y aparecieron ante nuestras narices todo tipo de bienes de consumo. Otra novedad de mi generación es que dejamos de tener que ir al servicio militar obligatorio. Y la música irrumpió en nuestras vidas, y de repente sentí que el mundo estaba cambiando. Las cosas pasaron del blanco y negro al tecnicolor, el servicio militar desapareció, llegó el rocanrol y con un poco de dinero podías comprar de todo sin necesidad de hacer cola.

Keith Richards, en According to the Rolling Stones


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