37 años atrás, el líder de The Doors murió en París a causa de una sobredosis de drogas, con
tan sólo 27 años. Su tumba, en el famoso cementerio
parisino Pere Lachaise, se ha convertido, con los años, en un lugar de
peregrinación para todos los seguidores y admiradores que Jim Morrison dejó después de fallecer. Sin embargo, algunos de los
visitantes de la tumba han generado tantos revuelos en el cementerio que los
parientes de los muertos enterrados a su alrededor se han quejado, al punto de
que el ayuntamiento parisino ha tenido que contratar guardias de seguridad para que los admiradores del malogrado
cantante no pinten sus lápidas ni provoquen más destrozos.
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